El fin de semana pasado vimos con mi esposa dos thrillers, un poco antiguas ambos, por Netflix. Además de tener ya varios años, las películas comparten lo que estuve pensando como “el problema de la chica muerta”.
La primera de esas películas fue Don´t say a word (2001) con Michael Douglas y la malograda Brittany Murphy.
Como thriller estaba bien y nada más.Al menos me hizo conocer la historia que desconocía de Hart Island en Nueva York, una isla que parece ser el modelo propicio para todo tipo de película de terror ya que allí se asentó una prisión, un reformatorio de menores y el cementerio público más grande del mundo con millones de cuerpos enterrados allí hasta la actualidad.
Recuerdo cuando salió esta película que había tenido intenciones de ir a verla al cine pero luego por algún motivo nunca fui y no la vi hasta el fin de semana pasado.
La otra película que vimos fue Malice (1993) con un elenco muy interesante y un nivel narrativo bastante similar a la anterior. Es decir, algunas sorpresas, algunas cosas bien hechas y una trama medianamente predecible y mediocre.
Pero vayamos al punto: el problema de la chica muerta. Sigue leyendo